Nadie ha corrido las almohadillas como él, pero para lograr esta aparente inalcanzable marca de 1.406 bases robadas, es necesario batear también muchos hits. No cabe la menor duda de que Henderson fue un gran toletero. En 1987, registró 130 bases estafadas, la segunda mayor en la historia del béisbol, sólo superada por las 138 que robó Hugh Nicol con los Red Stockings de Cincinnati, en 1881, en tiempos de la Asociación Americana.
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